IDEAS PARA EL MEJORAMIENTO DEL COLEGIO
LO Q A MI PARASE Q SE PUEDE USAR ES EL COMPARTAMIENTO
DE LOS ESTUDIANTES Q NO DEJEN REGALOS EN LA TASA NO NANDA DE ESO Y Q NOS DEJEN ENTRAN AL PARQUE
jueves, 30 de agosto de 2012
sábado, 25 de agosto de 2012
jueves, 23 de agosto de 2012
(José María Córdova o Córdoba Muñoz; La Concepción, 1799 - El
Santuario, 1829) Militar colombiano. Conocido como El héroe de Ayacucho
por su importante papel en esa decisiva batalla, fue uno de los militares más
destacados de las Guerras de Emancipación de la América latina (1810-1826),
durante las cuales sirvió en las tropas de José Antonio Páez, Simón Bolívar y
Antonio José de Sucre. Por su activa participación en las sucesivos combates de
la Guerra de Independencia de Colombia (1810-1819) se le considera uno de los
próceres de la independencia del país.
José María Córdoba nació en La Concepción, Antioquia, el 8 de
septiembre de 1799, en el hogar formado por el alcalde del lugar, Crisanto de
Córdova y Mesa, y por Pascuala Muñoz Castrillón. En 1802, la familia se trasladó
a la población minera de San Vicente, donde José María recibió por toda
instrucción la doctrina o catecismo de los sábados. En 1808, el padre decidió
por el bien de sus negocios y de sus hijos radicarse en Rionegro; allí aprendió
José María a leer y escribir. Al igual que otros destacados patriotas, su
educación fue, sobre todo, autodidacta. Tres años después, en 1811, acompañó a
su padre en viaje de negocios a Cartagena, cuando ya se había decretado la
independencia absoluta de España.
José María Córdoba
En 1814, el sabio Francisco José de
Caldas organizó en Medellín el Cuerpo de Ingenieros de la República de
Antioquia, al cual ingresó José María. Era el inicio de su carrera militar, que
continuó con el general Emmanuel Serviez cuando éste marchó hacia el sur para
apoyar al ejército patriótico que luchaba en el Cauca. El primer combate en que
participó fue el de Río Palo, en un batallón comandado por José María Cabal;
cumplió un brillante desempeño y el hasta entonces subteniente fue ascendido en
el mismo campo de batalla a teniente efectivo. Luego de la derrota de la
Cuchilla del Tambo, en 1816, un reducido número de hombres encabezados por
Serviez y Francisco de Paula Santander se
refugió en los llanos orientales; José María Córdoba se incorporó a ese
contingente.
En el Casanare, el joven teniente mostró un comportamiento
ejemplar y dominaba el caballo como cualquier llanero, cosa que llamó la
atención, pues casi ninguno de los miembros del vencido ejército sabía montar
bien. Córdoba participó en la batalla del Bajo Apure, planeada por José Antonio Páez para apoderarse de la caballada de
los ejércitos realistas. Allí el León de Apure obtuvo la primera victoria
patriota después de la reconquista española. Tras la batalla, Serviez fue
asesinado en noviembre de 1816, en un bohío frente a la villa de Achaguas,
presuntamente por órdenes de Páez. Córdoba, que estimaba a Serviez (había sido
su maestro de armas y de él había aprendido todo lo que sabía), intentó fugarse
del campamento, pero fue arrestado y acusado de deserción. Cuando un consejo lo
condenó a muerte, un grupo de oficiales encabezados por el caudillo casanareño
Juan Nepomuceno Moreno intercedió por él. Córdoba fue perdonado y obligado a
incorporarse de nuevo al escuadrón primero.
Córdoba marchó a Guayana en 1817 y el Libertador Simón Bolívar lo incorporó a su Estado
Mayor en junio de ese año. Participó en la toma de Angostura y presenció, el 16
de octubre, el fusilamiento del general rebelde Manuel Carlos Piar. El 14 de
noviembre fue ascendido a capitán de caballería y pasó a ser ayudante de campo
de Carlos Soublette, jefe de Estado Mayor General. El 31 de diciembre de 1817 el
general Bolívar viajó por el Orinoco con el propósito de reunirse con Páez,
encuentro que tuvo lugar en Cañafístula el 30 de enero de 1818. En dicha reunión
se acordó que el León de Apure debía apoderarse del importantísimo punto
de Calabozo, acción que se cumplió el 12 de febrero; allí el Libertador pudo
aniquilar las fuerzas de Morillo, pero no lo hizo y los realistas se parapetaron
en El Sombrero. Hubo combate en El Semen y los patriotas fueron derrotados; tras
reagrupar las tropas diseminadas, volvieron a enfrentarse a los españoles en el
campo de Ortiz, sin que resultara un claro vencedor. En todas esas acciones el
capitán Córdoba mostró gran valentía y grandes dotes como estratega y
guerrero.
Una vez que Bolívar fue elegido en Angostura, el 15 de febrero de
1819, como presidente de la República, decidió libertar primero a la Nueva
Granada; se reunió con Páez y Santander en Mantecal e inició, el 15 de junio, el
cruce de los Andes, con la intención de tomar Santafé de Bogotá. El 25 de julio
de 1819, en la batalla del Pantano de Vargas, luego de la famosa carga de los
catorce lanceros encabezados por el coronel Juan José Rondón y de seis horas de
duro combate, las tropas patriotas derrotaron a los españoles y prácticamente
sellaron la independencia. Córdoba formó parte del batallón que comandaba el
general José Antonio Anzoátegui. El triunfo
definitivo de las huestes republicanas se dio, el 7 de agosto, en el Puente de
Boyacá.
El batallón del general Anzoátegui, del que formaba parte Córdoba,
fue comisionado el 10 de agosto de 1819 para perseguir al virrey Juan Sámano.
Llegado el destacamento a Honda, Córdoba se separó el 20 de agosto con una
pequeña tropa de cien hombres y marchó a Antioquia, donde Bolívar le había
encomendado desalojar definitivamente los últimos reductos del ejército realista
en la provincia y en la Costa Atlántica. Una vez que llegó a territorio
antioqueño, el joven capitán lo organizó militar y políticamente: llamó a filas
a los oficiales y soldados que hubieran colaborado con la República
anteriormente, y con la ayuda del capitán Carlos Robledo tomó Medellín, nombró a
José Manuel Restrepo, el 31 de agosto, como gobernador político y despachó, el 9
de septiembre, a Juan María Gómez al Chocó, con orden de desalojar de la región
a los españoles.
La presión que los españoles ejercieron sobre Antioquia fue
grande. Sin embargo, Córdoba supo enfrentarse a la situación; no vaciló en
fusilar a quienes se opusieron a la República, incautó bienes y expulsó por
orden del Libertador a los realistas sospechosos. En el campo administrativo
también se mostró muy activo: reorganizó la imprenta y la fábrica de pólvora y
fortaleció el fisco mediante la regulación de la renta de los estancos de tabaco
y aguardiente. La victoria definitiva de los patriotas sobre los realistas en
territorio antioqueño la lideró Córdoba cuando, el 12 de febrero de 1820, se
enfrentó en el sitio de Chorros-Blancos a los coroneles españoles Francisco
Warleta y Carlos Tolrá, a quienes derrotó en una batalla de apenas una hora de
duración.
Después del triunfo, Bolívar le pidió que recuperara Mompós y el
río Magdalena, arteria fluvial de capital importancia para la economía del país.
Lo nombró comandante general de las columnas de operaciones del Cauca y
Magdalena. Córdoba marchó presto a cumplir la orden del Libertador y el 3 de
junio de 1820 ocupó Magangué, el 20 de junio recuperó Mompós y a finales del mes
el teniente coronel Hermógenes Maza, lugarteniente de Córdoba, tomó Tenerife:
así el río Magdalena quedó limpio de chapetones.
Sin embargo, quedaba por liberar la ciudad de Cartagena y las
sabanas de Corozal; para cumplir con tal objetivo se planeó una acción conjunta
en que participarían el coronel Mariano Montilla, el almirante Luis Brión, el
comandante José Prudencio Padilla y el capitán Córdoba. En agosto de 1821,
Padilla y José María Carreño lograron apoderarse de Santa Marta. Una vez tomada
la principal plaza de los españoles en la Costa Atlántica, los patriotas,
comandados por José María Córdoba, procedieron a tomar Cartagena, lo que se
cumplió el 10 de octubre de 1821, expulsando así a los realistas del territorio
de la Nueva Granada. Después de la rendición de la ciudad, Córdoba ingresó a la
logia masónica Beneficencia.
Una vez confirmado como presidente de la Gran Colombia, Bolívar
inició la campaña del Sur y ordenó a José María Córdoba que, junto con
Hermógenes Maza y el batallón del Alto Magdalena, se desplazara, vía Panamá, a
Guayaquil, donde debía reunirse con el general Antonio
José de Sucre. Después de muchas penalidades, Córdoba y sus hombres lograron
unirse a las fuerzas de Sucre. Éste lo confirmó como jefe del batallón del Alto
Magdalena, y Maza fue comisionado para perseguir la guerrilla que actuaba en esa
zona.
En la batalla de Pichincha, Sucre y sus huestes derrotaron al
comandante español Pastor de Aymerich. Córdoba tuvo un papel muy destacado en
esa batalla. Seis meses después del triunfo, fue ascendido a general de brigada.
También contribuyó al debilitamiento de las fuerzas realistas pastusas,
comandadas por el líder indígena Agustín Agualongo; siguiendo una orden de
Sucre, efectuó un movimiento envolvente mientras el batallón Rifles atacaba de
frente, en una maniobra que llevó a cabo a la perfección y logró dispersar al
ejército enemigo.
Córdoba pidió permiso para visitar a su familia y, de paso para
Antioquia, se entrevistó en Bogotá con el vicepresidente Santander, quien le
nombró interinamente en la comandancia de armas de Cundinamarca, en reemplazo de
Nariño, con quien Santander mantenía un duro enfrentamiento. Además, Córdoba fue
nombrado presidente de la Comisión de Reparto de Bienes, jugada política que
ideó el vicepresidente para tener a su lado al brillante general; pero Córdoba
no se dejó envolver en las astucias de Santander y las relaciones entre ambos se
deterioraron. Córdoba prefirió volver al sur, a emprender la guerra del
Perú.
En Popayán, de paso para el Perú, el comandante general de la
provincia, José María Ortega, le ordenó ponerse al frente del ejército que debía
enfrentarse al otra vez insurrecto Agustín Agualongo, secundado por Estanislao
Mecharcano. Córdoba obedeció el mandato pero tuvo dificultades, pues los
rebeldes habían logrado apoderarse de Pasto, y Popayán corría el peligro de caer
en manos enemigas. Además, fue acusado de la muerte del sargento José del Carmen
Valdés. Marchó de Popayán (sin haber logrado sujetar al anacrónico rebelde) el
10 de enero de 1824, rumbo a Pasto, ciudad a la que llegó el día 22 y de la que
partió inmediatamente hacia el Perú, donde Bolívar requirió con urgencia sus
servicios.
A propósito de la vida sentimental de Córdoba hay que subrayar
que, durante su vida en los campamentos militares, su figura y su valentía le
habían hecho muy atractivo para el sexo opuesto. Conquistaba a las mujeres con
la misma facilidad con que luego se alejaba de ellas, y parecía que nunca
colmaba sus ansias de amar. Por su escenario sentimental pasaron muchas damas de
todas las alcurnias. En tiempos de la liberación de Antioquia, cuando ejercía el
cargo de comandante general de la provincia, tuvo como amante a Manuela Morales
y Leiva.
Al llegar al Perú fue nombrado jefe de Estado Mayor. En Junín
triunfaron el 6 de agosto de 1824 las tropas patriotas sobre las del comandante
español José de Canteras. En Ayacucho, o "rincón de los muertos", el 19 de
diciembre de 1824, la participación de Córdoba en la batalla fue definitiva. Con
el famoso grito "¡División, de frente. Armas a discreción. Paso de vencedores!",
emprendió una endiablada arremetida que destruyó por completo las fuerzas
realistas, comandadas por el virrey del Perú, José de la Serna. Con esa
contundente victoria se resolvió la independencia del Perú y se liquidó
definitivamente el imperio colonial español en la América del Sur. El Alto Perú
se convirtió en Bolivia, y las potencias europeas, Francia e Inglaterra, al
igual que los Estados Unidos, reconocieron a las nuevas naciones.
Córdoba llegó a Cochabamba en octubre de 1825, donde permaneció
por espacio de un año como comandante de la segunda división. El 12 de marzo de
1827 renunció al cargo y llegó a Lima el día 27. En abril se embarcó para
Bogotá, en un barco en el que también viajaba Manuelita Sáenz; no se sabe si por
líos amorosos o por rechazo de Córdoba hacia la amante del Libertador, el caso
es que entre ambos nació un odio profundo que perjudicaría al general. El 11 de
septiembre arribó a Bogotá y fue juzgado por la muerte de Valdés, acusación de
la que salió absuelto.
Cuando se produjo la conspiración del 25 de septiembre de 1828,
Córdoba apoyó irrestrictamente a Bolívar, pero un hecho fortuito (el abrazo de
uno de los conspiradores, Pedro Carujo) hizo que Manuela Sáenz emponzoñara las
relaciones entre el Libertador y el héroe de Ayacucho. Sin embargo, Bolívar
siguió apoyándolo y lo nombró para que fuera al Cauca y luego a Neiva a combatir
la rebelión de los generales José Hilario López y José
María Obando, quienes habían derrotado a Tomás
Cipriano de Mosquera y obstaculizaban los planes del Libertador para hacer
frente a las tropas peruanas del general Lamar, que habían tomado Ecuador.
jueves, 16 de agosto de 2012
cuando llege al jomaco en bogota
todo enpeso cuando llege a bogota q me metieron al jomaco
q cuando conoci a julian beltran
y a yeifer
y a otros amigos q la moyoria se quedaron
en 6
yo me acuerdo q lo primero q si yo veia super campeones lo de mensales subliminales y
q cuando conoci a julian beltran
y a yeifer
y a otros amigos q la moyoria se quedaron
en 6
yo me acuerdo q lo primero q si yo veia super campeones lo de mensales subliminales y
- me digieron donde estaban los salones
- y luego a final de año pase en limpio
- el yeifer perdio
- y ahota estoy con el pollo en 703
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